LOS JAGUARES DE LA BAHIA

La pantera, criatura arquetípica de una mitología casi extinta, concilia por igual excelencia y bajos instintos como pocos felinos en su género. Paciente y sigiloso, el animalito es una bellísima cabronada habituada a no hacer concesiones con sus presas. En pocas palabras: hablamos de una máquina de triturar, algo propio de su naturaleza silvestre. Quizás por esto, tomar el nombre de un carnívoro salvaje para defender un proyecto creativo ya conlleva per se una declaración de principios casi de manera explícita. Los Jaguares de la Bahía fue un equipo de baloncesto de Nayarit (México) y a pesar de su nombre, jamás destacó ni por la fiereza ni por sus logros sobre la cancha. Tampoco por su longevidad, aunque hoy sí que podrían haber presumido de inspirar el nombre del penúltimo invento del músico y productor Paco Loco.

El Loco, un tipo capaz de hacer relucir cualquier historia bajo una bruñida capa de flamante actualidad, venía de un periplo dedicado a tocar con Australian Blonde y Los Sangrientos cuando decidió echar raíces en Cádiz. Montó un estudio de grabación en El Puerto de Santa María y llevado por la morriña de formar parte de una banda de rock, fundó junto a LêdaTres (con los hermanos Perles a la cabeza) y Ángel Figueroa lo que fue el punto y aparte más fulgurante y atípico ideado por el asturiano: Paco Loco Trío. ¿Dos baterías, dos bajistas, dos teclistas y Paco haciendo honor a su apodo como frontman dislocado? Así fue la historia. Poco trío y mucha mezcla. La historia no duró mucho, lo suficiente como para marcar unas líneas a seguir durante los siguientes meses. Ninguno de sus protagonistas pensaron entonces que aquella revuelta de géneros serviría para sentar las bases de una inclasificable nueva banda de dientes afilados y piel de terciopelo moteado: Los Jaguares de la Bahía los fundó Paco junto a Pablo Errea (Australian Blonde, Edwin Moses), Esteban Perles (LêdaTres, Bigott) y Chuchi Cabral (LêdaTres, G.A.S. Drummers) de manera casi improvisada y con el único objetivo de actuar en un camping de la zona. Su máxima: todo vale. Rock, blues, soul, country, glam, punk, calipso, kraut, synth-pop... Un monstruo de Frankenstein trempado con electricidad capaz de cimbrearse la verga en público al tiempo que se marcaba una balada a medio camino entre los Kraftwerk y The Dream Syndicate. Más esquivos que el Guadiana, de aquellos inicios la banda todavía conserva alguna canción como “Running on Circles”, compuesta como regalo de cumpleaños para la novia de Pablo.

“¿Por qué Jaguares?”, comenta Paco. “¿Porque somos como animales que campan a sus anchas por El Puerto? Pues no. Nos bautizamos así porque todos tocábamos con guitarras Jaguar. Aunque es cierto que con este razonamiento no podríamos habernos llamado los Stratocasters o los SG de La Bahía”. Ni pantera moteada ni equipo de tercera. Al final todo proviene de la marca de sus instrumentos. Como no, el tipo es capaz de fundir cualquier enigma de un simple plumazo.

Tras un periodo de absentismo y con la manada en constante mutación (el grupo lo forman actualmente Paco Loco, Pablo Errea, Chuchi Cabral y Patri Espejo), a Los Jaguares de La Bahía no les quedó otra opción que recurrir a una caja de ritmos apodada La Machina cuando Esteban (batería) se distanció del proyecto para marcharse a Madrid. De aquella solución emergente e inmediata nació el flamante “Canciones para el discman”, 28 cortes autoeditados en un doble CD a modo de clara reivindicación de un formato ya obsoleto, como la propia naturaleza salvaje del felino de marras. “Empecé a enloquecer con las baterías de los ochenta hasta el punto en el que me compré varias Simmons y empezamos a tocar todo lo que odiábamos de aquellos años. Usamos chorus y guitarras sintetizadas. Empezamos a juntar a MC Hammer con The Velvet Undergound, a Devo con Boney M, a Prince con Pink Floyd, a Half Japanese con Malcom McLaren”.

Desde aquel mastodóntico debut, Los Jaguares de la Bahía han seguido aullando de lo lindo, regalándonos una trilogía conocida como “de los Horrores”: “Classic Horrors”, “Modern Horrors” y “Future Horrors”. Un trío de EPs a cada cual más locuelo, editados como su debú de la mano de Lunar Discos, que han servido para mostrar las múltiples facetas de una banda mutante, capaz de soltar una colección de anti himnos retrofuturistas donde intros, outros, glitches, baladas lisérgicas y chorros de synth-pop configuran un puzle vertiginoso digno de figurar en un crossover entre “Stranger Things” y “Attack The Block”. En su batidora sónica caben por igual The Rezillos, Ween, Gary Numan, Meat Puppets, Daniel Johnston, Butthole Surfers, Donovan, Pigeonhed, Guided By Voices, Flaming Lips, Thomas Dolby, King Missile, Bongwater, y Run D.M.C. (y no es exageración). Cero complejos, babe.

Y luego está su rapidez para facturar canciones, claro. Inventivos a rabiar y prolíficos hasta decir basta, Los Jaguares de la Bahía no ven, al menos por el momento, razón alguna para detener su vertiginoso ritmo de creación y darse un respiro. “Esto es un no parar”, ha llegado a confesar en alguna ocasión el propio Paco Loco. Depredadores de un género por inventar, parece que les queda cuerda para rato.